Los bioestimulantes desempeñan un papel crucial en las prácticas agrícolas que buscan ser sustentables y eficientes.
Al comprender su origen e impacto en los cultivos, se puede apreciar por qué su aplicación conduce a un aumento significativo en el rendimiento de las cosechas al tiempo que aporta beneficios ambientales.
Los bioestimulantes están compuestos por sustancias naturales, individualmente o en combinación, o por microorganismos, y se aplican de forma específica en el follaje, flores, semillas o raíces con el propósito de activar procesos biológicos.
Esta activación implica direccionar las reacciones bioquímicas de la planta hacia los aspectos que se desea potenciar, estimulando, en última instancia, los procesos de crecimiento y desarrollo.
Es fundamental distinguir entre bioestimulante y biofertilizante. Este último hace referencia a productos igualmente compuestos por sustancias naturales o microorganismos, aunque su función radica en suministrar a las plantas los nutrientes esenciales. Ambos productos son elementos imprescindibles en la práctica agrícola contemporánea, contribuyendo tanto al bienestar del medio ambiente como a la eficacia de la agricultura.
Los bioestimulantes ejercen diversos efectos en plantas y semillas. Se describen a continuación:
Un ejemplo de un bioestimulante microbiano es el microorganismo Pseudomonas fluorescens, que tiene la capacidad de sintetizar auxinas, giberelinas y citoquininas. Además, es capaz de crear una película protectora en las raíces para disminuir la afectación de los cambios en la salinidad del suelo o sustrato. Otro de los beneficios de P. fluorescens está en su capacidad de biofertilizar, solubilizando distintas especies de fosfatos.
Por otro lado, Azospirillum brasilense ofrece múltiples mecanismos de bioestimulación a través de la síntesis de hormonas vegetales. Esta rizobacteria produce auxinas que promueven el crecimiento radicular, citoquininas que inducen cambios en la morfología de las raíces y estimulan la división celular, así como giberelinas que regulan el crecimiento y el alargamiento de las raíces. Además, contribuye a la resistencia de las plantas al estrés ambiental al reducir los niveles de etileno, evitando la inhibición del crecimiento o la muerte de la planta en situaciones de estrés.
El uso creciente de bioestimulantes se presenta como una solución efectiva para abordar deficiencias en el ámbito agrícola.
Estos productos no solo incrementan el rendimiento y la calidad de los cultivos, permitiendo una producción más eficiente, sino que, al favorecer condiciones físicas y químicas óptimas, contribuyen a frenar la degradación del suelo y optimizan el aprovechamiento de la superficie disponible.
Este enfoque no solo convierte a los bioestimulantes en aliados esenciales para reducir el impacto ambiental de la agricultura, sino que también nos conduce hacia una mayor productividad, garantizando al mismo tiempo la salud y vitalidad de los cultivos.